miércoles, 30 de agosto de 2017

La competitividad


Cuando nos enseñan a competir, es decir, cuando nos dicen que tenemos que sacar mejores notas que los demás para llegar a mejores universidades y conseguir mejores trabajos porque no hay suficiente en este mundo para todos, en esencia lo que nos están diciendo es que estamos separados.

Tengo que temerte y sentir que tu éxito es una amenaza para mí; algunas personas incluso lo llevan hasta el extremo y, por miedo al fracaso, buscan formas de ponerle la zancadilla a otros para colocarse por delante...


Eso es resultado posible si nuestro nivel de consciencia ha bajado hasta cero, mientras que el ego sigue en su punto máximo. En esta situación no tenemos consciencia de las necesidades o los sentimientos de los demás, no sentimos nuestra conexión con ellos, solo nuestros propios miedos y necesidades. 

Si nos enseñaran a colaborar en vez de a competir tendríamos un mundo muy diferente. Habría mucha más compasión, respeto y amor por el planeta en su conjunto. 

Cuando recordamos que somos la divinidad que se expresa a través de nuestro cuerpo, nuestra personalidad, nuestro ego, nuestra cultura y nuestra vida, la gente que hay a nuestro alrededor cambia y reacciona a lo que nosotros sentimos en nuestro interior. 

Nuestras circunstancias cambian y nuestras reacciones a las situaciones también. 

Todos tenemos un poder increíble y a ninguno se nos ha arrebatado; solo nuestras creencias y nuestros condicionamientos nos ciegan ante lo numinoso o ante la fuerza universal que hay en nuestro interior. Vivimos y respiramos nuestra divinidad todo el día aunque no seamos conscientes de ello. 

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