lunes, 10 de julio de 2017

Las emociones básicas y su localización en el cerebro


Existen cinco emociones básicas:

La alegría: asume una función de recompensa ante situaciones exitosas con el objetivo de poder repetir dichas acciones ventajosas en el futuro.

El asco (o disgusto): provoca una reacción de rechazo ante alimentos en mal estado u olores dañinos para el organismo.

La ira: aumenta el flujo sanguíneo a las manos para que sea más fácil empuñar un arma o golpear a un enemigo; el aumento del ritmo cardiaco y la tasa de hormonas, como la adrenalina, generan la cantidad de energía necesaria para acometer acciones vigorosas...


El miedo: facilita la respuesta de huida ante diferentes peligros: el fuego, animales… Puede desencadenar una respuesta de inmovilidad ante un contexto determinado para pasar inadvertido por su depredador como opción mas eficiente para sobrevivir.

La tristeza: deriva en la insistencia sobre el error cometido presumiblemente como estímulo para no volver a cometerlo.

Preocuparse es estar en un estado mental que te lleva a pensar lo que has podido hacer en el pasado que pueda tener consecuencias en el futuro.

El sistema neuronal más relacionado con las emociones reside en el sistema límbico. Éste está compuesto de diferentes partes:

-       La amígdala: detecta una situación de peligro y nos ayuda a buscar una estrategia adecuada para salvar el riesgo. También nos obliga a recordar nuestros traumas. La amígdala guarda experiencias dolorosas que se activarán rápidamente solo con apreciar cualquier similitud que esté relacionado con el trauma vivido en el pasado. La amígdala no olvida jamás. Por eso hay que mantenerse alerta frente a las situaciones que desencadenaron el conflicto. Regula el miedo. No es posible el razonamiento.

-       El hipocampo: almacena recuerdos episódicos ligados a acontecimientos vitales. Coge toda la información proveniente de los sentidos (cosa, persona, lugar, olor…) y la asocia a una experiencia. Usamos por tanto, lo que ya sabemos, para comprender lo que no sabemos. Nos estimula a la búsqueda de lo desconocido.

-       El tálamo: procesa todas las señales del entorno.

-       El hipotálamo: controla el apetito, los patrones de sueño, regula la temperatura, la conducta sexual y la respuesta a la ansiedad.

-  Los ganglios basales: asocian pensamientos y sentimientos con acciones físicas, permitiendo automatizar el aprendizaje.

-  Giro cingulado: colabora con la memoria emocional. Se asocia con estructuras emocionales de malestar, procesa respuestas al estrés y modulan la conciencia.

La capacidad de equilibrar el cerebro que se encarga de las emociones y de los pensamientos se conoce como inteligencia emocional.

Esta inteligencia es la que se intenta aumentar. Pero muchas veces, los engramas, que son una marca orgánica sobre el tejido nervioso debido a un estímulo en el pasado, soporte de la memoria; no nos lo ponen fácil.

Esto se debe a que el engrama pertenece a la mente reactiva e inconsciente, y por tanto, ahí se almacenan dolores, sensaciones, palabras, hechos, lugares, ruidos… El engrama lo almacena todo, aún cuando algo nos impacta mucho y se lleva al inconsciente. Por este motivo, la activación de ciertos sonidos, frases, olores… puede llevarnos a estados emocionales que nuestro razonamiento no comprende.


Una vez que conocemos la situación activadora de esa emoción, se pueden buscar los engramas y viajar al pasado en busca de situaciones que resuenen con el engrama inicial. Estos engramas pueden estar relacionados también con el árbol genealógico y el periodo embrionario.

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