lunes, 27 de marzo de 2017

Hacia nosotros desde la Sombra I



El encuentro terapéutico con la sombra suele comenzar en la madurez, cuando nos damos cuenta de los efectos limitadores de la represión, cuando ponemos en cuestión los valores que hasta ese momento habían gobernado nuestra vida, cuando se tambalean las esperanzas que habíamos depositado en nosotros mismos y en los demás, cuando nos sentimos abrumados por la envidia, los celos, el impulso sexual y la ambición o cuando se desmoronan estrepitosamente nuestras convicciones más firmes...


El trabajo con la sombra puede aparecer siempre que nuestra vida parezca estancarse y perder todo su interés y sentido. Siempre que por fin nos rendimos a la vida y dejamos de luchar.

Lo que denominamos trabajo con la sombra es el proceso voluntario y consciente de asumir lo que hasta ese momento habíamos decidido ignorar o reprimir, esconder en lo más profundo de lo que somos y mirar hacia otro lado. La terapia, por tanto, exige que nos hagamos cargo de aquello que habíamos sacrificado en aras de un ego ideal y que reorganicemos nuestra personalidad sin dejar de lado nuestros aspectos más destructivos. Exige mucho valor para reconocer todo lo que se va a descubrir y mucha honestidad. Exige un acto fundamental de reconocimiento y catarsis. 


Es necesario liberarse de las ilusiones pasadas alimentadas con fango hasta ese momento, para crear otras más reales, más conscientes, más verdaderas.

A medida que aumenta nuestra conciencia de la sombra, las figuras oníricas se tornan más claras y su integración adquiere más importancia. 

Nuestra sombra individual también está ligada a la sombra colectiva de la cultura en que nos hallamos inmersos. Y esto lleva implícito un trabajo extra para descubrir lo que creaste tu mismo y lo que se te impuso por  la sociedad.

La curación de la sombra nos obliga a reconocer lo que hemos reprimido, darnos cuenta del modo en que lo hacemos, cuáles son nuestras justificaciones, de qué manera nos engañamos a nosotros mismos, qué tipo de objetivos perseguimos y a quienes seríamos capaces de dañar e incluso de destruir para conseguirlos. 

La curación de la sombra es también una cuestión de amor. ¿En qué medida aceptamos nuestros aspectos más abyectos, desagradables y perversos? ¿Cuánta caridad y compasión mostramos ante nuestra propia debilidad y enfermedad? ¿Cuál es nuestra participación en la construcción de una sociedad basada en el amor en la que tenga cabida todo el mundo? 

Si sólo tratamos de curarnos a nosotros mismos y centramos todo el interés en nuestro "yo", el proceso suele degenerar en una atención desmedida a nuestro ego y sólo conseguirás fortalecerlo y engordarlo. Si realmente queremos sanar nuestras debilidades, nuestra obstinación, nuestra ceguera, nuestra insensibilidad, crueldad, falsedad... deberemos inventar nuevas formas de convivencia en las que el ego aprenda a escuchar sus aspectos más desagradables, aceptarlos y llegar a amar incluso al más abyecto de todos ellos. 

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