jueves, 23 de febrero de 2017

A la célula


Tranquila, serena, casi sin saber de ti si no fuese por los libros, eres en mí. Sin ver tu fiel esencia, pues mis ojos no alcanzan a tales enfoques, te siento. Vives, me haces cada día. Trabajas sin descanso, sin cuestionar nada, sin sufrir, sin dudar. Eres sabia, pues sin instrucciones, sabes lo que tienes que hacer. Nunca estudiaste para ello, no lo necesitabas. Simplemente te escuchas, y me escuchas. Te respetas y me respetas, te amas y me amas de manera incondicional...


Eres el milagro en miniatura. Eres la vida. Aún me sorprende cómo han podido plasmarte desde lo más íntimo, mientras te das de manera altruista al ser, para que del Uno sea el Dos y te conviertas en la madre y el hijo al mismo tiempo. Fuiste visible para que creyésemos en la magia, pues no hay misterio mayor donde el azar tenga cabida. Ahora sonrío pensando cuántas sorpresas nos quedan por descubrir juntas.

Tu vida efímera termina cuando tiene que ser, sin cuestiones, sin lazos por atar, habiendo cumplido con los designios de antes de ser. Te vas sin sufrir, sin dolor, sin miedos, aceptando que es como tiene que ser. En silencio das paso a la nueva vida, también creación tuya o del todo que conformas, allí no hay diferencias. Sabes que no desapareces, que sigues formando parte del universo en otro estado. Te conviertes en sustancias invisibles, que atravesarán todo tu mundo. Algunas de ellas servirán para dar vida a lo que fuiste. Otras, en cambio, viajarán al exterior para conocer nuevos universos, más allá de lo conocido.

Por eso, en tu fin te sientes dichosa. Porque, precisamente, sabes que no hay fin. Porque sientes cómo eres todo y estás en todo. Y te transformas en lo que necesitas para que el mundo que habitas siga latiendo, pues conoces tus debilidades y te experimentas en diferentes colores, funciones y formas. Unas veces serás dura como los huesos, otras sutiles como los pulmones y algunas otras fluidas como la sangre. En todos eres tú. Eres el universo dentro del universo, pues huesos, pulmones y sangre te conforman en tu interior.

Gobernada por la Vida, no le debes tributo a nadie más. Vives la libertad más elevada, sin anticiparte, sin mirar atrás, inmersa en lo que eres, en lo que haces. Te das al todo  y el todo se da a ti. Rodeada de muchos y unida a todos, respiras. Eres el todo y la nada, el principio y el fin, el alfa y la omega. Eres el regalo.

Si cierro los ojos soy capaz de percibirte, incluso verte. Eres luz. Te mueves con dulzura cuando te llamo y te digo que te amo. Tiemblas cuando desaparece el amor, lloras cuando no me sientes. Mis caricias te hacen vibrar más alto. Te limpio de toxinas físicas y emocionales, y brillas de forma cegadora. No hay luz más potente que la que emanas, irradiando el cuerpo que soy y lo que me rodea. Sonríes, estás contenta cuando te veo.


Gracias, gracias por ser vida. Gracias por ser mi vida. Gracias por ser y estar. Gracias por tu sabiduría ancestral.

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