martes, 24 de enero de 2017

La fuerza de Venus en la Medicina Parte I



Afrodita aparece antes de la creación del tiempo para recordarnos que somos ilimitados. Es la diosa del amor. Pero no del amor que conocemos, sino de aquel que es pura energía, pura vibración: el amor incondicional.

Para sentir el verdadero amor ha de estar el 4º chakra desbloqueado.

La energía de Venus nace en el corazón. Por eso raramente se produce cáncer en el origen de la energía venusina, en el corazón.

Conforme desaparece la energía del amor de cada parte del cuerpo, ésta se va cambiando hasta que se ocupa por energía destructivas...


A Venus se la conoce también como “La paz del navegante” o “el lucero del alba” porque era la primera luz que iluminaba la noche, indicando la posición a los marineros antes de que existiesen las modernas cartas de navegación actuales.

Venus es La Paz. Por eso las enfermedades que se produzcan en el terreno gobernado por ella, se deben a no querer enfrentarte a un conflicto. Y su solución es tan fácil como compleja: “coger el toro por los cuernos” y ponerte frente al conflicto que no quieres ver pero que te está causando una enfermedad.

El Sol y Venus trabajan juntos para repartir la energía del amor por todo el cuerpo. Si desaparecen, se producen enfermedades por muerte de las células que se han quedado sin amor. Estaríamos en este caso ante las enfermedades degenerativas.

La fuerza de Venus se expresa en el cuerpo humano en los siguientes órganos:

-       Fosa nasal derecha
-       Pulmón derecho
-       Riñón derecho
-       Órganos sexuales
-       Próstata

Hipócrates relacionó cada parte de nuestro cuerpo con un clima del año. Los climas son algo parecido a lo que conocemos como horóscopo, aunque con otras connotaciones. Se irán describiendo algunos ejemplos para clarificar este concepto.

Venus gobierna también las proliferaciones. Las que conocemos con más relevancia son el cáncer y las infecciones.

Cuando damos un antibiótico en el caso de una infección, éste trabaja en el cuerpo pero no en el origen real del conflicto, por lo que puede cronificar el conflicto. En el caso de una amigdalitis, enfermedad común y frecuente, el conflicto radica en “no poder contar lo que me pasa”, en “tenerlo en la garganta”. Si no se resuelve, con los años puede evolucionar en problemas a nivel de la glándula tiroides, ya que, lo que originó la enfermedad primera es capaz de profundizar más hondo en nosotros mismos.

Este ejemplo ya estaba descrito hace unos siglos atrás, y se conoce como “La Ley de Hering”. Nos indica que lo que un día fue una infección mal curada, a lo largo de los años se puede convertir en cáncer. La mejora y la curación se producen de dentro a afuera. Los síntomas desaparecen desde arriba hacia abajo. Las molestias van desde un órgano importante a otro menos importante. Los síntomas desaparecen en el orden inverso a su aparición.


¿Qué ocurre si el enfermo es un niño? Los niños menores de 7 años responden energéticamente a sus padres y su patología, en la mayoría de ocasiones, se produce por un conflicto emocional de ellos. El niño mayor de 7 años ya se ha emancipado energéticamente de sus progenitores, y todo lo que le acontezca lo habrá causado él mismo. Es una forma muy general de resumir un tema muy complejo, el de las enfermedades en la infancia, pues además debería tenerse en cuenta también otros factores como el karma, el dharma, los pactos álmicos, el transgeneracional…

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