miércoles, 31 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 19, La luna azul

"Debajo de tu piel vive la luna"

Pablo Neruda


Hay circunstancias que hacen mella pero más que luches, por más que intentes salvar, por más que ames, por más que se deba permanecer... simplemente, con un soplo, se desmoronan. No es bonito decir adiós pero, a veces, sí es liberador y es en esa libertad donde reside la belleza y la necesidad. 

El corazón de uno de los bebés se paró a la mañana siguiente. Debían preparar el cuello del útero para ayudar a forzar el parto y evitar una posible infección grave en Nazaret. Tras volver de nuevo a quirófano, esta vez con sedación, no tardó más de una hora en sentir que tenía ganas de empujar.

Cayendo la noche, en la cama de la habitación de las mariposas, nació un pequeñín, acogido por su madre y por mí. Pero no hubo tregua, no hubo tiempo de conocerse, de despedirse, de dejarles volar...

lunes, 29 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 18, Lazos de sangre

"El desapego no es que tú no debas poseer nada, es que nada te posea a ti"

Ali ibn Abi Talid


Santo Tomás de Aquino, en siglo XIII, decía que cuando las leyes expositivas, que son las que hace el hombre, no están en concordancia con las de la ley natural y la ley eterna, no había obligación moral para cumplirlas. La condición natural de Nazaret era evidente y ninguna ley creada por una persona podría cambiarla. Era igual de complicado que intentar cambiar la naturaleza de un pájaro. Lo único que hace un pájaro es ser lo que es, sin cuestionarse nada, y disfruta siéndolo. Como las plantas, como las flores que otorgan belleza y fragancia sin esperar el reconocimiento de nada ni de nadie. Es la sencillez de lo obvio la que impide que el ser humano acepte las verdades que el universo desvela. La mente racional, compleja, prefiere enredarse en arduas retóricas. De alguna forma necesita seguir atrapada. De ningún modo probar a ser, simplemente, lo que cada cual es...

domingo, 28 de agosto de 2016

Consejos que nos dan antes de venir a este planeta


Antes de encarnar, nos dan 10 consejos para poder estar preparado para la próxima vida, estos fragmentos, extraídos de un libro sagrado budista, hace alusión a 10 cosas que nos dicen antes de venir a este planeta:

1 – Recibirás un cuerpo, puede gustarte o no, pero aunque no te guste, será tuyo todo el tiempo que estés en la Tierra, aprende a aceptarlo sea cual sea tu opinión sobre él.

2 – Aprenderás lecciones, estarás inscrito de manera permanente a la escuela de la vida, por lo que cada día tendrás la oportunidad de aprender valiosas lecciones. Puedes amar esas lecciones o puedes en cambio considerarlas estúpidas e irrelevantes…

viernes, 26 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 17, La fisura

"Cuando no hay odio dentro, no hay ningún enemigo fuera"

Proverbio hindú


Estábamos despidiéndonos del mes de Junio y Nazaret, aprovechando que yo tenía guardia, decidió irse a su pueblo el fin de semana. Era la primera vez que regresaba desde mediados de mayo, desde que empezó su transformación. Estaba un poco más recuperada, llena de prana y olas que bañaban sus pulmones y su corazón. Aún seguía necesitando la silla de ruedas, pero ella, siempre tan autónoma, intentaba cambiar las ruedas por las alas de sus pies. Aprovecharía para volver al colegio donde trabajaba. Deseaba escuchar de nuevo las risas de sus pequeños, llamarlos por su nombre, abrazarlos, decirles que no los había abandonado, sino que estaba recuperando la inocencia que ellos, como maestros de todos nosotros, le enseñaron...

miércoles, 24 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 16, Las dimensiones ocultas

"Si deseas ser un auténtico buscador de la verdad, es necesario que, al menos una vez en la vida, pongas en duda, en la medida de lo posible, todas las cosas"

René Descartes


“El que sabe algo de ciencia es ateo, el que sabe mucha ciencia cree en Dios”. La física cuántica se está acercando cada vez más a Dios. Hay bastantes hechos como el que explica el científico Álvaro de la Iglesia, que trabaja con el acelerador de partículas de Ginebra. Cuando lanzaban las partículas para que chocaran con el fin de analizar el impacto entre ellas para ayudar a vislumbrar el origen del big-ban, no conseguían nunca que chocasen. La conclusión a la que llegaron fue que el vacío absoluto no existe. El vacío vibra, la nada, el no ser, vibra. Para algunos, Dios, Alá… es “no ser”, vacío. La nada, aunque parezca incomprensible, es algo pues vibra...

lunes, 22 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 15, El cuerpo

"No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma"

Pitágoras de Samos

Juan Gatti



Hay enfermedades terminales que son una forma de transitar y otras no terminales que tienen un sentido profundo: SANACIÓN. Toda enfermedad es sanadora y aparece en un proceso consciencial de sanación y limpieza que se produce en la parte del iceberg que somos y no vemos, en la sumergida, en la consciencia.  Se puede atender a los síntomas en un hospital, pero no se atiende a lo profundo. Esos síntomas son manifestación de algo más hondo y están ligados al proceso consciencial y evolutivo. Tanto nos centramos en la parte pequeña visible del iceberg de nuestra existencia que, en algunos países como Canadá, se toman al menos un medicamento por día el 80% de la población...

Nos basamos en la curación sólo a través del modelo físico, muy eficaz en la enfermedad aguda, pero que nos hace confundirnos y creer que se puede tratar así también los mecanismos de la enfermedad. Estos mecanismos no son los condicionantes de la enfermedad y tampoco son los de la salud. Para comprender los condicionantes de la salud tenemos que saber en qué consiste la vida en esencia, que no es más que un milagro cada vez que profundizo más en ella. El cuerpo humano se está renovando con frecuencia, con facilidad, sin esfuerzo y de forma espontánea. Pero no creía que hasta tal punto. Me pareció increíble cuando leí, fui consciente y asimilé que en menos de un año se renuevan el 98% de todos los átomos de nuestro cuerpo. Así, renovamos el ADN que es la materia prima fundamental cada 6 semanas, el hígado cada 6 meses, las paredes gástricas cada 5 días, los alveolos cada año… Por lo que nuestro cuerpo físico se recicla cada año. ¿No es increíble?...

viernes, 19 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 14, El útero

"La equivocación es un aprendizaje necesario para seguir creciendo"

Elena Cobos




La verdad necesita de muchos silencios para poder ser escuchada. El único ruido que existe procede de nuestra mente, por mucho que parezca que viene de fuera. Aún así no es nuestra enemiga, sino una fiel compañera que debemos llevarla a nuestro terreno y no ir ciegos al suyo. “Nosotros” somos los que la conducimos, no al revés. La mente y el ego siempre te impulsan a hacer, a moverte… Pero, ¿hacer qué?; moverte, ¿hacia dónde?; ¿por qué y para qué?... ¡Cuánto no insistí yo en que le colocaran a Nazaret el filtro de vena cava! ¡Cuantas vueltas no dí! ¡A cuánta gente tuve que implicar para hacer lo que creía que tenía que hacer! Sin pararme para descubrir si era lo correcto o no. Ahora lo siento algo ajeno. Como si esa actitud fuese consecuencia de un programa informático (es lo que viene a ser el sistema de creencias) que se instaló en mi mente probablemente desde el nacimiento y que se implementó durante la carrera hasta empujarme a un hacer, a un movimiento, a una creencia que estúpidamente consideré mía sin serlo. Es similar al comportamiento de un robot, te lanzas inconscientemente a un hacer lleno de trabajo, fatiga, esfuerzo, “debo de…”, “tengo que…”, obligación, sacrificio, carga…

miércoles, 17 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 13, El verbo

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas"

Sigmund Freud



El ser humano teme lo incógnito; sin embargo, lo desconocido siempre aguarda cargado de regalos. Hace mucho los senderos reales fueron teñidos de sombras, tildados de prohibidos y peligrosos. Se olvidó que es necesario atravesar la oscuridad para descubrir la luz. La historia se repetía, confundida, deformada, castrada, de nuevo.

Le atendió un médico de familia viejo y despreocupado tanto por el paciente como por el motivo de traslado. Fue la anamnesis más rápida que he leído nunca en un enfermo con todo el peso del historial que llevaba arrastrado en pocas semanas. Había hasta puntos suspensivos que eran el fin de las frases no acabadas por pereza, concretamente dos, tampoco más. Su misión era llamar al vascular y el resto le importaba bien poco. Y eso hizo. A pesar de la falta de profesionalidad, empatía, compasión, ética y demás adjetivos que venían a mi mente para calificar su forma de proceder; su actitud hasta me podría ser comprensible...

lunes, 15 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 12, El Iceberg

"Los mejores maestros son aquellos que te muestran dónde mirar, pero no te dicen qué ver"

Alexandra Trenfor


Como dice Joan Manuel Serrat en una de sus canciones: “da igual que la vida pegue o bese”. Ambas opciones, ni buenas ni malas, ni mejores ni peores, las generamos nosotros y no son fruto de la casualidad, son nuestra creación, unas experiencias cargadas de jugo para exprimir y evolucionar. La mente va a estar siempre inquieta, el ser no. La mente funciona en los opuestos o contrastes. Las experiencias de amor, armonía, sosiego o similares no las computa y por ende, no existen y no pueden impulsar nuestro despertar. El vivir nuestro día a día, rutinario, pasa a ser algo efímero. Todos tenemos vida, pero no todo el mundo la vive. En cambio, las experiencias de sufrimiento, desamor, de desarraigo y temor, sí que las computa nuestra caprichosa mente, y son reales para nuestro yo físico, mental y emocional. Cuando se vive tan anclado a este “yo” como nos pasaba a ambas, y debemos evolucionar, se crea la experiencia del dolor que no pasó desapercibida a nuestro entendimiento.

Por eso necesitamos la enfermedad, pero en algunas ocasiones somos tan ciegos que ésta tiene que llamar varias veces a tu puerta y ponerte la piel de gallina y los ovarios de corbata. Para nosotras era el segundo intento de llamada de atención. Es fácil entenderlo así, ¿cuántos de nosotros es consciente de que tiene salud y da gracias todos los días por ello? No apreciamos la salud hasta que no la perdemos. La experiencia positiva de la armonía con nuestro cuerpo no se percibe por la mente hasta que llega la enfermedad. Pero en cuanto volvemos a recuperar la salud se nos torna a olvidar este regalo...

viernes, 12 de agosto de 2016

Gracias a la Vida, Nazaret Martín


Gracias a la vida... Fue la última canción con la que nos deleitaste. Una tarde de abril, en el campo, llena de ti y del mundo. Tus cuerdas vocales volvieron a sonar tras meses de hastío y desavenencias, ante todo pronóstico. Rompiendo con las opciones que los especialistas habían vaticinado de que no podrías usar la melodía de tu voz.

Y cómo no, de todas las canciones que conocías, que eran infinidades, elegiste GRACIAS A LA VIDA...

Permíteme que comparta tu voz, pues al escuchar transmite la misma luz que tus ojos de cielo, y es allí a donde me transporta.

https://drive.google.com/open?id=0B32s5LTqt8MAX0pXR3RERGJpUlk

Desde aquí, desde mi pequeñez, te doy las gracias.

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 11, La biodescodificación

"Siempre que enseñes; enseña también, a la vez, a dudar de lo que enseñas"
José Ortega y Gasset



Tras una última transfusión, Nazaret fue aumentando su capacidad pulmonar, sus paseos, su función cardiaca. Se iba restableciendo la salud y armonía como nunca tenía que haberse perdido. Y los fetos seguían vivos aunque no sabíamos si quizá saldrían con 3 ojos y escamas, mutantes de tanta radiación y fármacos.  Saldríamos de dudas cuando fuésemos a la cita de bienestar fetal 2 semanas después. A los 15 días se hizo el alta, la carta de libertad. Por fin nos podíamos ir a casa, por cierto, sin colocar el filtro de vena cava al final porque en la ecografía que hicieron allí no vieron trombos en ninguna región venosa de los miembros inferiores.

Nazaret aún bastante cansada agradecía desde lo más íntimo de su corazón con estas palabras:

Del amor, de nuestro amor se engendraron las semillas en mi vientre.
Del amor, de todo el amor recibido por vosotros, anidaron agarrándose a la vida.
Y por mucho que la tormenta hiciera de mí un árbol torcido las nuevas ramas crecen buscando siempre la luz del sol...

miércoles, 10 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 10, La Rabia

"Nadie se ilumina fantaseando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad"
Carl Jung


Las palabras brotan para conseguir elevarme, lejana a esa tristeza que a traición me invade; y me descubre, de forma inadvertida, una capacidad devastadora para sentir. No importa que la tristeza, tan antigua como el miedo, tan certera como la vida, conviva conmigo. La acojo en el abrazo de quien acepta lo que no entiende, pues comprendo que es la forma más segura de ver cara a cara mis propias sombras.

La noche en la ciudad se hacía densa. La inmensidad deshabitada que precede a los amaneceres cubría las calles. Deseaba que mis neuronas funcionasen con conexiones distintas a las que la relacionaban con mi mente racional y consciente, empecinada en definir todas las cosas hasta el último detalle. Simplemente anhelaba cultivar un sentimiento en lo más hondo de mí, y luego, un día, en un momento insospechado, experimentar la sobrecogedora sensación de saber, como si un tratado de miles de páginas se hubiese fusionado con mi esencia, en unos segundos de divino éxtasis.

Al día siguiente iban a intentar extubar de nuevo a Nazaret. Después de la experiencia previa decidí no interferir y dejarla sola. Tenía que ser ella sola de nuevo. A posteriori me lo agradeció porque yo la ponía más nerviosa inconscientemente. Y esta vez sí pudo ser. Yo vigilaba el proceso de forma intermitente y sin que ella me viese, con mi afán de controlar todo (sin controlar nada realmente) y las ganas de verla conectada, de sentirla. Le habían introducido el tubo con sacacorchos y costó el mismo trabajo quitárselo. Pero ella fue muy valiente, como siempre ha demostrado, y ante todo pronóstico, se pudo extubar...

lunes, 8 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 9, ¿Abandonarla?

"Quedarse en lo conocido por miedo a lo desconocido, equivale a mantenerse con vida pero no vivir" 

Anónimo



Mientras estoy escribiendo este relato ha venido a mi mente un hecho bastante curioso que ocurrió hace unos meses atrás. Allí, en la ciudad donde residimos por última vez, zona costera con mucha luz y vida, casa de veraneo de mis suegros desde hace bastantes años; una conocida preguntó a mi suegra sobre el estado de salud de su hija y la siguiente pregunta fue si ya la había dejado. Cuando le respondió que seguíamos juntas se extrañó bastante y comentó que casi todas las personas que conoce con problemas similares habían terminado con la relación. Me hizo reflexionar...

La enfermedad es una herramienta que nos ayuda a ver dónde estamos en el momento en que aparece la misma. Vivimos en un mundo de mucha distracción (sobre todo desde la llegada de “san internet” y los smartphones) y poco gozo. Esto nos anestesia para no ser conscientes de nuestro dolor álmico, causa directa de la enfermedad física, y entramos entonces en la inconsciencia del sufrimiento. Pero el sufrimiento no es mas que toda creencia que nos hace vivirnos como una entidad separada y mucho más importante y especial que el resto. El sufrimiento te impide ver más allá de ti mismo, y desde mi ombligo todos los que me rodean son malos, todo es lucha y sufrimiento. Pero desde mi conciencia, todos son YO y tienen algo que enseñarme y yo a ellos...

viernes, 5 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 8, La ignorancia

"La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimientos, sino el hecho de negarse a adquirirlos"
Karl Popper


De vez en cuando llegaba a conectar un poco más con el medio. Su conciencia y ella, sin percatarse del cuerpo, sin saber que necesitaba una máquina que respirase por ella añadido al resto de aparataje, ni que tenía una cicatriz de más de 10 cm de longitud muy fresca en su abdomen. Yo, a su lado, inmóvil, sostenía la luz entre mis manos que un día nos había hecho brillar siendo UNO y que, ahora me tocaba mantenerla solo a mí. Esperando su respuesta, implorando que esa luz le guiara para volver de nuevo a este mundo. Entonces Nazaret rezaba a la Virgen del Rocío sin ser devota ni profesar religión alguna. Pero era de ella de quién se acordaba y a quién le pedía ayuda. Solamente una vez estuvimos en la ermita de El Rocío. Le pedimos que nos bendijera con un hijo. Y al mes ya se había concedido. Sus ojos anacarados seguían buscándose a sí misma, mientras dibujaban el amanecer a pesar de tantos días sin poderlo contemplar.

¿Dónde estuvo en los momentos de desconexión con el medio? ¿Qué ocurre cuando permanecemos tanto tiempo sedoanalgesiados? En los estados comatosos se ha comprobado cómo el cerebro es capaz de responder a diferentes estímulos, proveyendo una evidencia anatómica en la respuesta emocional a una voz familiar, en la que la amígdala y la ínsula parecen jugar un importante rol. Parecía que no iba muy mal encaminada al narrarle cuentos de fantasía y sal. Incluso me atrevería a añadir que, en estos estados, no solo la voz produce estímulos cerebrales; la simple presencia física es capaz de romper con el nirvana inducido si se conecta desde el corazón. Nazaret sabía perfectamente cuando estaba a su lado sin articular palabra, hecho que al principio me ponía muy nerviosa.

Llegó el ansiado momento de poder extubarla pues la mejoría había sido franca y su corazón aterciopelado ya empezaba a demostrarnos que estaba hecho de otra pasta. Empezaba a recuperar la función cardiaca. Las enfermeras me comentaron que si se ponía nerviosa mejor me quedase con ella y la tranquilizase, porque si no estaba tranquila no se podría desconectar de la ventilación mecánica. Así que me quedé. Error. No aprendía. Parecía que me gustaba tropezar con la misma piedra una y otra vez…

jueves, 4 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 7, La palabra

"Después de la palabra, el silencio es el segundo poder del mundo"
Henri Lacordaire


Pasaban los días en la UCI y fui descubriendo los recovecos en los que poder colarme para entrar a ver a Nazaret. La mayoría del personal sanitario no me ponía problemas. Tampoco los daba yo puesto que cuando tenían que trabajar con ella me salía y aprovechaba para fumar, hábito que retomé ese día después de más de un año, donde cambié deporte por cigarrillo. Ella estaba aguantando el tirón, no empeoraba. Al menos no íbamos para atrás, al menos no sangraba.

La palabra. Una intensivista que sabía más por vieja que por diabla como ella se definía, capaz de dar un abrazo consolador a nosotros los familiares, (comportamiento nada habitual en el gremio) dijo la palabra clave: “he visto casos parecidos al suyo y creo que todo va a ir bien, se va a recuperar”. No eran vocablos lo que emanaba de sus cuerdas vocales. Era luz, esperanza, fe, vida…

martes, 2 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La Historia 6, La culpa

"Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad; pero la real tragedia de la vida es cuando los adultos le temen a la luz"
Platón




Lo primero que me dijeron mis compañeros intensivistas: “no te subas a la ambulancia en el traslado”, fue lo primero que no hice caso. El médico de traslado me insistió para acompañarlo y no supe decir que no cuando tenía delante todos los ojos de mi familia clavados. El peor viaje de mi vida sin duda alguna. Sentada al lado del conductor, el médico del 061 me iba detallando en directo cada vez que Nazaret sufría una complicación y tenía que administrarle alguna medicación para estabilizarla. Este señor no era consciente de que en ese momento, a pesar de llevar mi disfraz de médico, era una simple familiar más, con la angustia y el dolor que pudiese tener cualquiera. Los kilómetros no pasaban y la noche caía con todo su peso sobre la ambulancia pareciendo frenarla. Solo la luz anaranjada de la sirena quería transmitir algo de calor en nuestros cuerpos helados, un poco de hálito mientras era conocedora de que la vida de Nazaret pendía de un hilo. Pero no fue por casualidad el que me tuviese que subir a la ambulancia. El conductor era la primera vez que iba a esa ciudad y se saltó la salida cuando estábamos llegando. Ya en la urbe, con toda la calzada levantada por obras, fui yo quien guié al conductor para poder llegar al hospital de destino, ya que el navegador no estaba al tanto de los obstáculos que se habían presentado. Curioso que comenzase nuestra peripecia siendo yo la guía, invirtiendo los roles finales.

La medicación que podían usar para sedar a Nazaret era muy escasa ya que su corazón estaba muy débil y el no ajustar bien la dosis le producía una bajada muy rápida de la tensión arterial y de la frecuencia cardiaca. Cuando salió de la ambulancia sus ojos estaban abiertos como platos, elevando un brazo en dirección al tubo endotraqueal que bajaba rápidamente sin éxito. Ella no lo recuerda. Su llegada al hospital lo viví como una pequeña victoria, no había muerto en el traslado. Todo era posible porque ya estábamos en un lugar seguro...

lunes, 1 de agosto de 2016

Tu enfermedad como mi metamorfosis: La historia 5, El permiso de recibir

"La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con mundo entero"

Gandhi



El médico había sido sincero y, como todos los intensivistas, muy duro: tenía muchas probabilidades de morirse, su corazón también había sufrido el colapso y sólo le funcionaba la mitad. Únicamente existía una opción terapéutica viable pero el médico se empeñaba en remarcarnos que no serviría para mejorar el pronóstico de vida, es decir, que si sus pulmones y su corazón no soportaban la bomba inicial que acababa de estallar en ella, el fármaco no ayudaría en nada  ¿entonces para qué administrárselo? y, ¿de qué dependía el que viviese? De ELLA misma solamente. Después comprendería que así mismo era. Solo ella se podía sanar. De hecho, se puso este tratamiento pero a los pocos minutos comenzó a sangrar por la sonda nasogástrica y se tuvo que suspender. Otra complicación. No se podía hacer nada.

Con su corazón ajado, el río escarlata de la vida perdiéndose por la boca y tres latidos diferentes en un mismo cuerpo, simplemente se podía rezar. La ciencia no nos daba solución ni tampoco explicación. Seguía sangrando sin parar por la boca y ni los otorrinos ni los endoscopistas podían encontrar el motivo. La suerte de ser médico es que me dejaban verla con más frecuencia que a otros familiares. Aunque yo solía entrar lo menos posible y con cautela porque sé que, en situaciones agudas, la mera presencia incomoda a los profesionales que tienen que trabajar, sobre todo con pacientes de extrema gravedad. Además, cada vez que la observaba era un puñal más afilado y más hondo el que se hundía en mi pecho. No podía estar presenciando lo que quería negar, pero tampoco podía no saber como se encontraba, tanto por la ansiedad que me invadía como por el sentido de la culpa. No era consciente que ni la ansiedad podía cambiar el futuro ni la culpa modificar el pasado...